CLUB DE LECTURA

En el crepúsculo del curso 2018-19, culmina nuestro Club de Lectura despidiéndonos con una obra de la vallisoletana Rosa Chacel “Memorias de Leticia Valle”.
Animamos a todos para afrontar nuevas lecturas y os invitamos a asistir a estas tertulias literarias que hemos compartido. Y para aquellos que deseen continuar leyendo en época estival, siguiendo con nuestra literatura de mujeres, hemos elegido “Donde el corazón te lleve” de Susanna Tamaro, que comentaremos a la vuelta (seguramente la primera semana de octubre).
Por supuesto, también se pueden leer más libros. Feliz Verano.

MEMORIAS DE LETICIA VALLE, de ROSA CHACEL
Por Araceli de la Torre Yubero

Leticia Valle, una joven adolescente, se traslada con su padre y su tía al pueblo vallisoletano de Simancas, donde recibirá clases particulares de don Daniel. Este punto de partida y todo el entorno que la rodea, lo contextualiza Leticia, que relata en primera persona, bajo su óptica semi-infantil dándola pie para detallarnos no solo retazos de costumbrismo rural, los enseres cotidianos y los personajes que transcurren en este pedazo de vida, sino también sus sentimientos e impresiones más íntimas.
El lenguaje de Memorias... está tratado con primor tanto en sus construcciones como en la descripción de ambiente y protagonistas “Tenía un perfil recto, impecable, una piel morena, y el pelo liso, muy oscuro, le caía naturalmente en bandeaux junto a la cara. Lo llevaba recogido en un moñito pequeño y sedoso que le colgaba en la nuca bajo el sombrero de panamá”. Se deleita sobre todo en las confidencias personales “...volví a reanudar las fantasías, los ensueños de cuando era pequeñísima... volvieron a revolotearme alrededor en cada momento”.
En toda la obra emana una extraordinaria delicadeza, con expresiones límpidas y vocablos nada complicados, pero no por ello eximente de matices críticos. La autora logra crear una atmósfera misteriosa con pensamientos interiores muy potentes, implícitos en ocasiones. Existe aquí un contraste brutal entre la clara comprensión lingüística y una trama abstrusa que permanece latente desde el inicio, pero que no se atreve a destapar del todo. Con lo cual el lector debe leer entre líneas e intuir.
Rosa Chacel consigue que disfrutemos leyendo, es el placer de la belleza en sí misma, aunque no haya un eje temático establecido a priori, a modo de prosa poética.
En una de las frases que pronunció en el discurso de investidura de su Honoris Causa, refleja la esencia que radica en todos sus escritos: "La interioridad extrema de mis cosas hace pensar que escribo para mí misma...".

BIOGRAFÍA Y OBRAS
Rosa Chacel nace en 1898, en la calle Teresa Gil. En su novela “Desde el amanecer”  indica «nací en Valladolid ese año, el tres de junio, día de Santa Clotilde, por eso es ése el segundo de mis cuatro nombres, Rosa, Clotilde, Cecilia, María del Carmen».
De madre maestra y padre militar, con 9 años se traslada a vivir al barrio Maravillas de Madrid en casa de su abuela materna. A causa de su delicada salud recibirá en casa educación, por su madre, Rosa-Cruz Arimón.
Estudia dibujo y luego escultura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Allí conoce a Valle-Inclán (su profesor) y al pintor Timoteo Pérez Rubio.
En 1913 el periodista José María Carretero la entrevista en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer cuando ésta realizaba un busto escultórico y Rosa responde:
- “Siento una irresistible vocación por la pintura y por la escultura. Pero en mi casa, mis papás no quieren que la cultive”.
Y en su casa, Rosita, ¿por qué motivos no quieren que sea usted artista?...
- No sé; ¡una manía!... Pero esto me tiene desesperada...
Entre 1918-21 frecuenta los cafés "Granja del Henar", el "del Pombo", y el "Ateneo" del que será miembro, con su primera conferencia reivindicativa, "La mujer y sus posibilidades". En 1921 se casa con Timoteo que trabajará en la "Academia Española" de Roma.
Fue viajera infatigable, bien por gusto o por circunstancias: de 1922 a 1927 viven en Roma y recorre con su marido Castelnovo di Porto, Salerno, Amalfi, Ravello, Venecia, Florencia, Siena, pasan dos meses en París y uno en Londres. Visitan Munich, Innsbruck y Normandía. Vuelve a Madrid (en 1930 nace su hijo Carlos.) En 1933 muere su madre, atraviesa una crisis y permanece seis meses sola en Berlín. Con la Guerra, en el 36, Timoteo se alista voluntario y Rosa trabaja como enfermera en la Cruz Roja. Irá con su hijo a Barcelona, y de ahí a Valencia, a París (1937) y a Grecia, en casa de Nikos Kazantzakis, donde se hospedaba Concha Albornoz. En 1939 a Ginebra donde les esperaba Timoteo y toda la familia se muda a Río de Janeiro (1940), aquí confeccionará bañadores ("No puedo detenerme a escribir porque tengo que coser durante dos meses", 29-06-1958).
Para que su hijo no olvidara el idioma español, alterna su residencia entre Río de Janeiro y Buenos Aires. Durante el exilio recorre Argentina (Buenos Aires, Luján), Brasil (Río de Janeiro, Valença, Teresópolis, Paquetá, Shangrilá), Estados Unidos (Nueva York: vive de 1959 al 61 gracias a una beca de la fundación Guggenheim, Mount Holyoke) y México. También París, Marsella, Madrid (beca de la Fundación Juan March en 1974 para terminar “Barrio de Maravillas, novela que la otorgará el Premio de la Crítica en 1976), Soria, Valladolid, Badajoz, Barcelona. Sin olvidar algunos de sus viajes en barco.
En 1977 muere su marido en Brasil y se traslada definitivamente a Madrid.
En 1979 se rueda "Memorias de Leticia Valle". Rosa Chacel interpreta un pequeño papel.
En 1987 le conceden el Premio Nacional de las Letras y en 1988 nombrada Hija Predilecta de Valladolid. En 1989 es Honoris Causa en Filología Española por la Universidad de Valladolid. En 1990 recibe el Premio Castilla y León de las Letras y en 1993 Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.
Murió en Madrid el 27 de julio de 1994. Es enterrada en el Panteón de Personajes Ilustres de Valladolid.
Rosa Chacel pertenece al grupo de novelistas de la Generación del 27 y, como curiosidad, añadir que es sobrina-nieta, por línea materna, del poeta José Zorrilla, de ahí que un retrato suyo pintado por Alejandro Cabeza, esté depositado en la Casa de Zorrilla de Valladolid. Pablo Neruda la denominó cariñosamente “la señorita de Valladolid” por su refinamiento intelectual.

Sus novelas: Estación. Ida y vuelta, escrita entre 1922-1927 y publicada en 1930; Teresa, 1941, encargada por Ortega y Gasset; Memorias de Leticia Valle, 1945; La Sinrazón, 1960 calificada como su mejor narración; Barrio de Maravillas, 1976, Novelas antes de tiempo, 1981; Acrópolis; 1984, Ciencias naturales, 1988.
Sus relatos: Chinina Migone, 1928;  Juego de las dos esquinas, 1929;  Sobre el piélago, 1952; Ofrenda a una virgen loca, 1961; Icada, Nevda, Diada, 1971; Balaam y otros cuentos, 1989.
Sus poemas: A la orilla de un pozo, 1936, prologado por Juan Ramón Jiménez; Versos prohibidos, 1978.
Sus memorias y diarios: Desde el amanecer, 1972; Timoteo Pérez Rubio y sus retratos del jardín 1980;  Alcancía I. Ida, 1982; Alcancía II. Vuelta, 1982; Alcancía, estación Termini, 1998.
Sus ensayos: Poesía de la circunstancia. Cómo y porqué de la novela, 1958; Saturnal, escrito en 1959  y rescatado en 1970; La confesión, 1971; Los títulos, 1981; Rebañaduras, 1986; La lectura es secreto, 1989.
Además de traducciones de Albert Camus, Jean Cocteau, Christopher Fry, Nikos Kazantzakis, Jean Racine, etc.

Los datos de su biografía se han recogido en: de la Torre Yubero, Araceli: De Rosa Chacel: Por su recuerdo, Revista ARGAYA. nº 31, págs. 73-80, año: 2005. Diputación Provincial de Valladolid.

















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