El jueves 28 de marzo hemos estado acompañados en nuestro Club de Lectura por los miembros del Café Literario del instituto Ramón y Cajal. En la tertulia se ha estudiado a Lope de Vega, uno de los mejores poetas de nuestra historia literaria, en su composición “El castigo sin venganza” a cuya representación asistimos en el teatro Calderón. El análisis de personajes, trama, autor y coreografía escénica ha estado dirigido por el profesor de Lengua y Literatura del instituto Delicias Carlos León Liquete, filólogo y también poeta, quien, con su cercanía y conocimientos del tema, ha conseguido que pasemos una velada realmente enriquecedora.
A pesar de que esta obra -una de las últimas de Lope, pues ya contaba 69 años cuando la escribió- se nos ha presentado complicada, Carlos ha logrado desvelar sus secretos y emocionarnos con sus enseñanzas. Nos indica que es una tragedia de honor cuyos códigos éticos trastocan un poco, pero sin embargo son razonables para la época. El análisis de los personajes, son tres los principales -y uno de ellos, el Duque de Ferrara- focaliza el argumento, es muy interesante, porque contienen mucha profundidad. A nivel escénico hay soluciones muy hábiles con suelo giratorio, espejos y diálogos transversales que cautivan al espectador dinamizando el escenario. Y, atendiendo a la cadencia poética, observamos que Lope se salta las reglas, pues el verso largo suele ir asociado a la clase alta; hay dilogías y juegos de palabras que cautivan al lector e incluso breves estrofas que recuerdan las coplillas religiosas, pero dándoles un giro. En cuanto a la temática, es interesante la manera de crear conflictos que parece que no se desarrollan porque lo cierra con otras alternativas. Hay complejas reflexiones sobre la mujer y también cuestiones políticas subyacentes, así como las ideas sobre los usos de la herencia, siempre relacionadas con la descendencia masculina. Y, por supuesto, el amor concebido a través de las opiniones de cada personaje.
Gracias, porque hemos sabido mirar, leer y comprender con otra óptica, el teatro lírico del siglo XVI. Mi percepción ha sido que hoy hemos disfrutado de la buena literatura.
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